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21 jun 2013

Los huevos por corbata.

Ella se ríe en voz baja y yo tengo los huevos por corbata. Paseando por mitad de un pueblo de Valencia cuyo nombre ya habíamos olvidado. Ella se ríe de alguna gilipollez que hemos dicho. Y de repente yo caigo en la cuenta y me acojono. Ella me suelta la mano y corre hacia una fuente. Veo como empieza a quitarse la ropa y me insta a pegarnos un baño. Le digo que no me apetece y que la espero liando a la sombra. Desde allí la veo de lejos y el miedo me sube por la garganta. No baja. Sube. Sólo hace tres horas que le he dicho que estaba hasta la polla de todo y que quería hacer una locura. Se ha plantado en la puerta de mi casa con su coche y me ha mandado un wassap: "Baja. Tráete ropa". Y poco a poco empiezo a darme cuenta de que es muy probablemente ella. No puede ser si no ella. Y la miro bañarse en una fuente con agua medio verdosa en un pueblo perdido de la mano de Dios, sin saber dónde vamos a comer ni a dormir pero ambos hemos recordado quienes somos y que nos importa una mierda todo eso. Y mientras le doy el pellizco al papel pienso en que no era un farol. Existe. Y ahí esta. Es ella. Y yo estoy cagado de miedo pensando en cómo cojones voy a hacer para no perderla.

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