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28 nov 2010



A ti. Que nunca leerás esto.-




Tú, maldita seas. Te maldigo en nombre de Nyarlathotep, de Anubis, de Damballa… Te maldigo hechicera samoana. Me has embrujado. Me tienes preso de mí. ¿Qué clase de canción estúpida hiciste sonar cuando entraste al bar que consiguió que me fijase tanto en ti? ¿Con que clase de ritos me atas que no me doy cuenta de que lo haces? Me traes obseso de tu perfume y olvidado de tu esencia. Haces promesas con tus ojos y las destrozas con lo que dejas escapar de tus finos labios. ¿A qué sabrán tus besos? ¿A qué saben los besos de una diosa? ¿Qué tan fuerte pueden atar tus suaves brazos? ¿Por qué me encadenas si ni siquiera vienes a mirar cómo me pudro poco a poco mientras te ríes de mi estupidez obstinada en la mera ilusión de conquistar tu ombligo? Tus caderas mis cadenas. La profundidad de tus ojos oscuros el aljibe del que bebe mi imaginación. La profundidad de tus ojos me susurra ideas disparatadas sobre triunfos inimaginables y hazañas imposibles. Me transmite sueños sobre sueños hechos realidad y me promete felicidad con la seguridad del que promete algo sencillo. Me susurran: “sal a buscarme”. Y aquí me traes, inmovilizado por el miedo. Tus caderas mis cadenas.

25 nov 2010

Te necesito



Te necesito. Necesito que me salves de la vida. Del mundo. Del resto. Pero sobre todo necesito que me salves de mí mismo. De mi mismo y mi instinto suicida de autodestrucción. Necesito que me alejes de toda esta mierda. Ellos no me entienden. Se lo he dicho una y mil veces pero siguen sin entenderlo. No soy la misma persona cuando escribo. Pero tú sí. Tú si lo sabes. Tú lo comprendes. Me comprendes. Tú me crees. Me crees porque te pasa lo mismo. No tiene nada que ver con adicción, simplemente estar sobrio es asqueroso si lo tomas como una norma. Necesito que me señales y me grites. Que me acuses. Ya nadie me acusa. Porque ya a nadie le importa. Da igual que llegues tarde cuando nadie espera por ti. Te necesito para fingir que no te necesito. Necesito necesitarte. Y tú te escondes y te escondes y te escondes. No apareces por ningún lado. ¿Dónde te escondes? ¿En qué bareto de mierda me abordarás? Te necesito para saber que estoy mejor solo, que no te necesito en realidad. Te necesito porque así estar solo sería una elección. Te necesito para dejarte ir con otro de los fragmentos de mi corazón.

22 nov 2010

Recortes de tijera



Ya están tocando los cojones otra vez con el perenne tema de la religión. Todos esos putos pseudo-intelectuales que se consideran más listos que nadie por decir “que si Dios existe porqué deja morir a los niños”. Es mucho más complicado que eso. Ósea, si yo fuese Dios también me sudaría la polla. No es Dios quién deja morir a la gente en África ni quién construye bombas de hidrógeno. Somos nosotros. Me hace gracia ver a todos esos progres cayendo en la misma mierda que critican. No todos los musulmanes pegan a sus mujeres ni todo el que pega a su mujer es musulmán. No todos los curas violan niños ni todo el que viola niños es cura. A veces creo que a la gente le han cambiado el cerebro por mierda cuando sueltan todo aquello de que la religión es el peor invento del hombre. El peor invento del hombre es él mismo. Odio a los ateos, o a la mayoría de ellos, sobre todo porque son los que más hablan de Dios. Se sientan a beber cerveza en los bares y empiezan a rayar a la gente que sí cree, dándole motivos para no creer. Joder, déjalos ser felices. En serio, a mí me gustaría creer en Dios, lo que pasa es que no soy gilipollas y tengo un par de ojos en la cara. Pero si pudiese, creería, joder así al menos todo tendría sentido. Llevo una pena, pero no una pena honda, es una pena que va y viene a su antojo. Y no logro focalizar el porqué. Simplemente la llevo. Hay una frase de Santiuve que se me viene una y otra vez a la cabeza. “Que ya no sé ni tan siquiera a quién cojones escribo”. Me pasa igual. Hablo mucho sobre amor y sobre echar de menos pero no sé en quién pienso para escribir. Creo que ya no pienso en nadie. Simplemente echo de menos echar de menos. Me veo muy solo y a la vez rodeado de gente. Demasiado, tanto que a veces me agobia. Mi vida apenas ha cambiado en el transcurso de un año. Sí, ahora quizás soy más buena persona, o lo que es lo mismo, me he quitado un poco más la careta de mala persona. Ya no sé si las personas me dan asco, pena o envidia. Ya no me escandalizo ante la incultura y la falta de criterio propio. Ya casi no me escandalizo por nada. Yo, que antes era un rebelde nato. No sé. Me falta algo, no sé qué es pero me falta algo. Los días pasan. Sin más, no son arduos y duros pero aún así todas las noches acabo fumándome un porro antes de dormir. Y ya no tiene nada que ver con el insomnio. O muy poco. Ahora mismo tengo el de hoy entre los dedos y mirando ansioso la ventana. Y siento este orgullo, este orgullo maldito agarrarme muy fuerte el pecho y a mi mente susurrarme una y otra vez que fui un completo gilipollas y que mira a donde me ha llevado el orgullo, cuantas mujeres he perdido por él y cuantas veces he dejado que me rompan y me he roto el corazón. Que debí correr tras ella, agarrarla del brazo y decirle que no, que jamás, que eso no iba a acabar así ni allí. Que debí aguantar y dejar de fingir que no me importaba. Que no debí echarla. Mil cosas. Y ahora ya me he fumado el porro y me voy a leer hasta tener sueño y acostarme jurándome que mañana sí, que mañana le hablo a esa morena. Como tantas otras veces.

19 nov 2010

A tomar por culo


Saúl suspiró y arrancó el coche lo más rápido que pudo. Intentó recordar las nociones básicas de cómo conducir, no tenía licencia. Por fortuna el coche de Rachel era fácil de manejar. Traerlo hasta allí no había sido demasiado trabajo, pero claro, ahora estaba más nervioso. Dejó la 9mm en la guantera y metió primera. Tampoco tenía licencia de armas pero eso no le ponía nervioso. Hasta el más idiota sabe hacer funcionar una pistola. Se apunta a lo que se quiere matar, se aprieta el gatillo y se mata. Por ese orden. Quitó el freno de mano y se incorporó al tráfico. Cuando hubo recorrido unas cuantas manzanas y se dio cuenta de que nadie le seguía se quitó el pasamontañas. Encendió el aire acondicionado. Tanta prisa le había hecho sudar. Había sido aún más rápido de lo que esperaba. Recordó sus planes. Apuntar por la espalda al de seguridad, quitarle el arma, obligarle a cerrar la puerta, dirigirse a caja, “dame el puto dinero”, “¡que me des el puto dinero joder!”, disparo al aire, recoger el dinero y largarse. Según sus cálculos tres minutos y medio. Bien, el atraco había durado un minuto y cuarenta segundos. El guardia de seguridad le entregó el arma sin rechistar y cerró la puerta, después se apartó a un lado con las manos en alto y donde Saúl pudiese verlo. No hizo falta ni gritar ni disparar al aire, la cajera le había dado el dinero sin rechistar. Con parsimonia. Como si le importase una mierda, al fin y al cabo no era suyo. Saúl esperaba que los despidiesen a los dos al ver la cinta de seguridad. Odiaba a la gente que no hacía bien su trabajo. Él llevaba toda una vida puteado en curros de mierda, explotado por jefes de mierda. Pero ahora ya no. Eso había cambiado. A tomar por culo el curro, a tomar por culo Rachel (lo único que lamentaba era no poder ver su cara cuando se enterase de que había robado una casa de apuestas él solo, sin decírselo a nadie, y que encima se había llevado su coche), a tomar por culo todo el mundo en esa apestosa ciudad, a tomar por culo el señor Jameson y sobre todo a tomar por culo su insomnio. Su terapeuta decía que no encontraba ningún motivo clínico a su depresión y a su consiguiente insomnio y se negó a seguir tratándolo porque decía que los monólogos de Saúl lo deprimían a él también. Vaya una puta mierda de terapeuta. Saúl lo único que hacía era contarle el porqué todo era absoluta e inmensa gilipollez sin sentido. No solo su curro, su relación o su vida. Si no todas las vidas en general. Y claro, eso deprimía al terapeuta, que por cierto cobraba cuarenta pavos la hora. Pero todo eso estaba lejos. Desde que había empezado a planear el atraco sonreía casi todo el tiempo y por las noches dormía como un bebé. Lo único que necesitaba era darle algo de acción a su vida, alejarla de la monotonía. Y medio millón en billetes no consecutivos y sin marcar en un maletín era algo bastante alejado de su monotonía. Encendió un cigarrillo con dedos temblorosos y sonrío. Conduciría hasta que se hiciese de noche y entonces se desharía del coche. Llegar hasta la frontera y pasarla también sería una aventura emocionante. Volvió a pensar en todo lo que dejaba atrás y se sintió de maravilla. Esa noche, tumbado sobre una mugrienta cama del Motel “Golden Fish” con la 9mm bajo la almohada y el maletín bajo la cama también durmió como un bebé.
Y si tan fácil es ser persona...

16 nov 2010

Went to a party...


Estoy sentado en el sofá y me estoy liando el quinto petardo de la noche. La fiesta está bien, ósea, no está mal. Pero por lo que a mí respecta la fiesta podría ser la hostia o tela de aburrida, no me iba a dar cuenta. Si algo tienen los porros es que me dejan en un estado de neutralidad. Nada está demasiado bien, nada está demasiado mal. Es una ventaja y un inconveniente a su vez. El maldito filtro se está resistiendo a encajar y pienso en que debería quitarme las lentillas y ponerme las gafas, de todas formas no estoy hablando con ninguna chica guapa (de hecho no estoy hablando con nadie) y las lentillas son fatales para fumar porros, es por eso de que se te secan las mucosas o algo así, por eso se te entrecierran y se te ponen rojos. Bueno, consigo darle el pellizco y mientras chupo la pega se sienta cerca esta tía que conozco. Me dice que escribo muy bien y pienso “mierda”. Es decir, a lo mejor ella baila muy bien pero yo no voy a ir a decírselo sin más a no ser que quiera dar pie a conversación porque ella me gusta o considero que lo podría hacer. Y eso ahora mismo…no sé, lo he comentado con muchos amigos muchas veces y parece ser que soy un caso casi excepcional pero a mí el THC me mata la libido. Bueno, no es eso exactamente, es decir, le he echado un ojo a sus tetas antes y me las llevaría a la boca ahora mismo sin pensarlo, pero el hecho del trabajo anterior que supone llegar a ese punto me parece impensable. En el hipotético caso de una victoria redonda en tiempo récord significa al menos media hora de conversación, veo muy improbable el que sea menos incluso de una hora. Y eso si pasase esta noche, para lo cual tendría que dar una muestra de ingenio y encanto que no estoy preparado para dar ahora mismo. No sé a vosotros pero a mí los petas me sacan el lado más apático y antisocial. En estos momentos de “lucidez porrera” que en realidad quiere decir “desvaríos de fumado” me doy cuenta de que la gente habla demasiado, a destiempo y sin razón alguna. Nos pasamos la vida hablando entre nosotros y ni siquiera llegamos a conocernos. Solo es charla insulsa y barata. Yo, cuando estoy fumado, no hablo a no ser que tenga algo que decir. Y no se me suelen ocurrir demasiadas cosas. Y yo estoy aquí fumándole al peta como si nada y respondiendo a duras penas a alguna pregunta que ella me hace. No le doy bola. Paso de ella exagerado. Pero ella no se va. No se va y cojones se tiene que dar cuenta. Y total que me fumo el petardo y sigo rayado porque no entiendo porqué no se va. Hasta que me doy cuenta de que no para de hablar de mí, de mí y como el que no quiere la cosa, de mi blog, o de mi libro, o de nosequé entrada de tuenti… Y me doy cuenta de que joder, ya sé porqué no se va. Y porque se ríe demasiado y me roza sin venir a cuento. Es mi primera groupie. Sonrío, henchido de orgullo y satisfacción y sigo haciéndome el duro y el pasota. Pero tampoco es demasiado bueno. Ahora mismo nada lo es. Simplemente está bien.

¿Y qué hacer cuando ni el verso alivia?

14 nov 2010

A ganja apesto



Lo que aún me duele no es que rompieses lo que fuimos, si no lo que podíamos haber sido. Es algo que aún no entiendo. ¿Porqué destrozarlo? Imagínate lo que hubiésemos conseguido juntos. Aún puedo vernos a los dos, en lo alto, riendo y bebiendo whiskey sin marca en una botella sin etiqueta mientras a nuestros pies contemplamos como la ciudad arde para nosotros. Contemplando los saqueos y las hogueras, en el momento en el que nada importe ya porque por fin el mundo se ha vuelto al revés, que es lo que, tarde o temprano, debía suceder. Pero bueno. Ahora deberé estar solo. No es tan grave, pero es desolador. Es anti-poético. Me veo solo, bebiendo whiskey sin marca en una botella sin etiqueta mientras a mis pies la ciudad arde y la gente encapuchada me saluda victoriosa al pasar. Es una mera cuestión de concepción social. El rey y la reina. Bonnie y Clyde. Tyler y Marla. En lugar de ello estaré solo, pero no importa. No, ya nada importará porque habrá llegado el verwirrung y el ordnung estará gracias a dios muy lejos. No importa, puedo hacerme a la idea de triunfar solo. A lo que aún no me habitúo es a que no me cojas la mano cuando tengo miedo o frío, y lo suelo tener la mayoría del tiempo. A no tener a nadie en mis estrepitosos y dolorosos fracasos. Alguien con quien refugiarme del mundo. Y en vez de hacer nada lo escribo. Y dicen que las palabras se las lleva el viento pero no. Que yo soy la palmera que se dobla pero aguanta el huracán. Y que esta vez funciona.

Sigo sin entender que me dicen los pájaros y a mí la gente me dice que los pájaros no hablan y no me creo una puta mierda. Que la gente no sabe distinguir su polla de la del vecino. Y que ahora todo el que escribe es escritor. No te jode. Porque a mí sí. Y bastante.

9 nov 2010

Blood & Meat (2)



-Vaya vaya-dijo ella-El joven del que todos hablan
El joven se volvió y la miró intensamente a los ojos durante unos segundos que a Bella le parecieron años. El joven estaba dudando entre mandarla a freír espárragos o no. Probablemente Bella le caía tan mal como a Bella él. Pero al final al parecer el hambre también terminó imponiéndose porque el joven le sonrió mientras la miraba de arriba a abajo. Si el tipo la hubiese rechazado, la autoestima de Bella hubiese sufrido un revés muy importante.
-Vaya vaya-contestó él con una inclinación de cabeza-La joven a la que todos miran
Desde luego el chico tenía aplomo e ingenio. Bella contuvo sus ganas de torcer el gesto y trató de seguir el juego.
-¿No bebes hoy?-preguntó ella sonriendo
-Hoy hay luna llena- contestó el joven. Y por un momento sus ojos brillaron- Necesito mantener el control
Bella rio, jovial, y apuntó en su agenda de cosas por hacer el abofetearse a sí misma al llegar a su casa por tener miedo del joven durante una milésima de segundo. Los garou no existían. Y si lo hacían desde luego que no tenía a uno delante. Solo era un maldito joven escritor dándoselas de interesante con respuestas ingeniosas para intentar metérsela. Como todos.
-¿Y tú?-le preguntó él al observar sus manos vacías
-Nunca bebo-respondió ella
-¿De veras?-le dijo el joven sorprendido alzando una ceja, tan extrañado como si le hubiese dicho que jamás había besado a nadie. Eso le dolió a Bella. Al parecer el joven no se había fijado en ella en otras fiestas, al contrario que ella en él. No estaba acostumbrada a ese trato y le hizo daño la indiferencia del joven.
-De veras-dijo ella
-Oye-dijo el joven dubitativo-Probablemente pensarás que soy un capullo y seguramente lo soy pero…
Bella lo cortó alzando la mano. No quería oír el resto. No era la proposición más directa que había oído en su vida, había vivido mucho, pero aún así le sorprendió que se hubiese atrevido a intentar formulársela a ella. Ahora tenía claro que el tipo era un capullo. Pero también que tenía cojones. Probablemente llevaba mucho tiempo tirándose a groupies de tres al cuarto que le presentaban en sus fiestas de tres al cuarto. Sentía unas ganas tremendas de darle un golpe mortal a su ego, pero el hambre apretaba. Iba a vaciar a ese estúpido escritor hasta dejar de él una mísera cáscara. Probablemente es lo mejor que podía hacer por él de todos modos, los poetas valen más muertos que vivos.
-En el callejón a las doce en punto-dijo Bella. Le propinó una sonora bofetada, le guiñó el ojo y se fue. La gente empezó a murmurar y unos cuantos se aglomeraron alrededor del joven. Dave fue derecho a ella.
-Bienvenida al club “Odiamos a John”-le dijo con una sonrisilla de satisfacción-¿Puede mi morbo preguntarte qué te ha osado decir?
Bella le dirigió una mirada fría, simulando estar totalmente furiosa. De hecho simulaba ser alguien que intentaba ocultar que estaba realmente furiosa. Siempre le había encantado el teatro.
-Que tenía un buen polvo aunque me faltaban tetas-dijo Bella crispando el rictus
Dave se echó a reír.
-No dejes que eso te estropee la fiesta querida-dijo-Yo opino que tienes un polvo fantástico
-Eres un cielo-le dijo Bella mirando el reloj disimuladamente. Las 11 en punto. Agotó lo que quedaba de hora charlando desenfadadamente con otros invitados a la fiesta, y a las doce en punto, como cenicienta, se fue derecha al callejón a dejarse meter mano. Por un momento había pensado que si el tipo era bueno le dejaría incluso un poco de mete-saca antes del clímax. Ahora había decidido rotundamente que no. Cuando llegó él la esperaba cigarrillo en mano.
-¿Sabes?-le dijo-Creo que lo del bofetón ha sido innecesario
-Así no irás contando historias a tus amigotes-le dijo ella sonriendo traviesa. El HAMBRE le apretaba cada una de las partículas de su ser. Y se dijo que a tomar por culo los preliminares. Se abalanzó sobre él y le agarró fuerte por la nuca. Esquivó sus labios entreabiertos que se le ofrecían anhelantes y le mordió el cuello. Sus potentes colmillos le seccionaron la yugular y chupó con los labios con fuerza la herida. Él la agarró del culo. Bella se sobresaltó. Sabía que la saliva vampírica, por naturaleza, tenía un componente que resultaba agradable al humano. Era más que nada un método de defensa, si a un humano le gustaba que te alimentases de él no se apartaba. Pero nunca le había ocurrido nada parecido a que la agarraran del culo. El joven empezó a sobarle las tetas y entonces Bella cayó en la cuenta de que algo no iba bien. La sangre del joven no sabía como nada que hubiese probado en su vida. Tenía un cierto componente como…como animal. Además, pese a la fuerza con la que debía latir su corazón y la insistencia y fuerza con la que ella sorbía la cantidad de sangre que fluía de la herida era ínfima. Él se harto de sobarle el cuerpo y le agarró la garganta con un brazo. La levantó en peso y la arrinconó en una pared. Era imposible. Entonces vio el brillo de sus ojos en la oscuridad. Y sintió como el brazo que la sujetaba cambiaba de tamaño.
-Me toca-dijo el joven poeta
Y entonces su mandíbula de Crinos le arrancó la garganta.

7 nov 2010

Blood & Meat (1)


Se dirigió con paso seguro al primer intento de la noche. Sus largos tacones de aguja resonaban sobre el suelo de tarima. Su falda de vinilo le rozaba los muslos a cada paso, pero era un precio que debía pagar por estar tan espectacular. Que de hecho, lo estaba. Joder que si lo estaba. Con sus largos tacones de aguja negros, su falda de vinilo también negra y su corset blanco estaba realmente que se desbordaba. Sentía los ojos clavados en ella, a punto de salir de sus órbitas, recorriendo sus muslos, su culo y sus tetas. Nunca había tenido demasiado pecho pero el corset hacía lo suyo. Había localizado con la mirada al primer intento de la noche tras examinar rápidamente la sala. La presentación del libro de Dave ya había terminado y la gente volvía a dividirse en pequeños grupos. Dirigió la mirada a Dave y comprobó con orgullo que no estaba siendo el centro de atención aquella noche, de todas formas su libro probablemente era aburridísimo, como todos los demás. No le faltaban buenas ideas al pobre David, pero aún se le resistía el crear una historia coherente sin abrumar con detalles aburridos e inservibles. Su primera víctima era un tipo con smoking, que se dirigía hacia la barra. Antes había estado hablando con un par de redactores del tres al cuarto y con un productor de cine con aspiraciones a ser famoso algún día. Ella simplemente le abordó. Si ella atacaba era la dueña de la situación, lo que les desarmaba.
-Bonita fiesta ¿verdad?-le dijo
El tipo se sorprendió y pareció mirar hacia los lados, cómo preguntándose si ella en realidad no estaría hablando con otra persona. Dubitativo, respondió:
-Eh, sí-dijo
-¿De qué conoces a Dave?-le preguntó
El tipo sonrió franca y cálidamente
-Oye gatita, eres muy sexy; de veras-dijo pasándose la mano por el pelo, nervioso-Pero no quieres que sea tu víctima de hoy. Y antes de que te des cuenta tu sola ya te lo aviso
-¿Y por qué no iba a querer?-dijo ella con un ronroneo. El tipo la había rechazado. Y no es que fuese gran cosa. Se estaba empezando a quedar calvo y tenía unos pequeños y huidizos ojos que la ponían nerviosa.
-Estoy demasiado centrado en mi carrera y en las drogas para resultarte interesante-dijo él mientras pedía un Martini al barman.
Ella pensó que alguien capaz de hablar así debía interesarle. Pero al volver a mirar a sus ojos lo comprendió. Era cierto. Estaba demasiado centrado en su carrera y en las drogas para parecer interesante. Bella se giró y se marchó sin despedirse. El primer intento de la noche había sido un fracaso, y eso no le gustaba en absoluto. Realizó otro rápido chequeo y se dirigió a por el que había marcado como el segundo.
-Buenas noches-dijo Bella uniéndose a la conversación que mantenían la presa número 2 y un pintor famosillo del sur de Europa. Ella era amiga del pintor.
-¡Bella!-exclamó-Buenas noches
Se sonrieron con afecto. El pintor se llamaba Gaulle o algo así, Bella jamás había conseguido pronunciar bien su nombre. Lo del suyo propio era distinto, llevaba oyéndolo desde pequeña. Su madre había vivido en la bohemia francesa unos cuantos años, lo que la había marcado indudablemente. Procuró que Gaulle no fuese consciente de que su interés estaba puesto en su amigo. Aún así este los presentó inmediatamente.
-Joseph, esta es Bella, una de esas encantadoras mujeres de las que ya pocas quedan tal y como hablábamos-dijo el pintor. Y a Bella le sorprendió, siempre había pensado que el pintor era homosexual. De hecho solía pensar que casi todos los artistas eran maricas. Excepto los escritores. De todas formas los escritores no eran auténticos artistas. Los había a puñados.
Bella y Joseph se saludaron cortésmente. Los tres siguieron charlando un rato hasta que Bella se dio cuenta de que Joseph bebía whiskey a un ritmo pasmoso y Bella no tenía ganas de emborracharse con la sangre de nadie esa noche. Además, el maldito Gaulle no se iba a tomar por culo tal y como los ojos de Bella le intentaban sugerir una y otra vez. Era muy buena en lo de dar órdenes, el problema era que el estúpido pintor ni siquiera la miraba a los ojos. Bella recorrió de nuevo la fiesta con la mirada y localizó a un chico algo más joven que el resto, probablemente de su edad, unos veinticuatro, los que les convertía a ambos en los miembros más joven de la fiesta del selecto club de capullos pseudo-intelectuales del que formaban parte. No le agradaba la gente tan joven, y en concreto aquel joven menos. Lo conocía de vista de alguna que otra fiesta. Ella lo consideraba un completo idiota. No es que no tuviese madera, la tenía, bastante más que la mayor parte de los invitados a la fiesta, pero había publicado un par de relatos en alguna revista importante y un libro de poemas y se creía el rey del mundo. Miraba a su alrededor con asco. Había entrado a formar parte del club desde que un día se emborrachó en una fiesta y empezó a insultar a la gente a gritos. A Dave le encantó. Le gustó tanto que lo “apadrinó” y lo invitaba a todas las fiestas y le presentó a todo el mundo. Pero también se emborrachó en otra fiesta y le gritó a Dave delante de todo el mundo que él era el mayor gilipollas de todos y que ni siquiera sabía escribir. Bueno, eso no había desagradado a Bella, Dave había probado su propia medicina. Y además era algo que alguien tenía que decirle tarde o temprano. Aún así a Bella no le agradaban los imitadores de Bukowski. Pero algunos de los miembros más poderosos y viejos del círculo aún añoraban la generación beat y adoraban ver literatura salida directamente de los suburbios. De todos modos el hambre apretaba y Bella necesitaba caza. Y esa era una presa que no se podía escapar. El joven estaba fumando un cigarrillo con un codo apoyado en la barra y mirando alrededor con cara de aburrido, de vez en cuando torcía un poco el gesto, como con cara de asco, al ver pasar a alguno de los invitados. Todo su ser emanaba seguridad y autoconfianza, lo que en realidad reflejaba la carencia de ambas. Y para colmo el joven no estaba bebiendo esa noche. Bella suspiró y pensó en que no siempre se puede elegir. Se dirigió al joven.

2 nov 2010

Ríos de lágrimas



-No deberías estar aquí
-No, no debería-dice él encendiendo un cigarrillo
-¿Qué haces aquí?
Él mira fijamente al suelo y reordena sus pensamientos. El discurso que ha imaginado una y otra vez comienza a volverse difuso. Levanta la vista y ante él tiene sus grandes ojos negros. Mirando fijamente a sus esquivos y pequeños ojos marrones. Y de repente se siente desarmado. Desnudo. Ya no es quién ha fingido ser toda su vida. Ya no es especial. Solo otro más. Se siente indefenso ante ella. Y decide que es hora de hablar de verdad por una vez en la vida. Ya está bien de llevar máscara.
-Necesitaba verte-dice él
Ella calla y suspira
-No me hagas esto más difícil-logra decir por fin
-No me contestas a las llamadas-dice él
-Se supone que hemos roto-dijo ella- Y tú no te mostraste muy afectado por ello
-Mentía-dijo-Te quiero
Ella abrió los ojos y se mordió el labio inferior con casi indignación
-Es la primera vez que me lo dices en tu vida-dice ella
-Es la primera vez que lo digo en mi vida-contesta él. Se siente tan…pequeño.
Ella por fin deja de contenerse y estalla
-No puedes hacerme esto-dice alzando la voz-¿Ahora qué? ¿Me prometerás que vas a cambiar?
Él fuma en silencio. ¿De verdad merece la pena? ¿De verdad va a cambiar? Él siempre fue de los de fumar en silencio mientras el tren se marcha, sin despedirlo, sin correr a su lado o sin suplicar y rogar a los cielos que no se fuese. Pero cuando mira a sus grandes ojos negros comprende que no puede perder este tren. No puede quedarse mirando cómo se va y le destroza el corazón por muy poética y bonita que sea la imagen. A veces para hacer arte hay que sufrir deliberadamente. Pero ya no. No puede más. Es la hora de la verdad.
-¿Me quieres?-pregunta él. Sin sentirse estúpido al formular la pregunta. Sin sentirse débil.
Ella calla. No contesta. Y empieza a llorar. Él también llora. Sin disimulo. Es la primera vez en su vida que desnuda su alma de esa forma.
-No podemos seguir juntos Juan-dice ella tajantemente, sin cesar de mirarle a los ojos. Sigue hablando pero él se siente incapaz de escucharla. Todo le da vueltas. Ella se marcha. Y él se apoya en la pared y llora en absoluto silencio. Lo que le resulta absolutamente incomprensible es que por una vez en su vida ha abierto su corazón, y solo ha sido para dejar que se lo atravesasen. Una parte de él se rebela. La parte que siempre ha sido su todo. Pero él sigue incapaz de moverse. Llorando en silencio. Para cuando consigue separarse de la pared en ella se observan dos ríos de lágrimas. Piensa en lo bonito y poético de la imagen. Se aleja en busca de un bolígrafo mientras da tumbos maldiciendo el día que empezó a escribir con todas sus fuerzas.



Bajo al Mitlán justo antes de dormir y me devoran los mismos demonios que a tí no te dejan huir de mis entrañas...