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28 nov 2010



A ti. Que nunca leerás esto.-




Tú, maldita seas. Te maldigo en nombre de Nyarlathotep, de Anubis, de Damballa… Te maldigo hechicera samoana. Me has embrujado. Me tienes preso de mí. ¿Qué clase de canción estúpida hiciste sonar cuando entraste al bar que consiguió que me fijase tanto en ti? ¿Con que clase de ritos me atas que no me doy cuenta de que lo haces? Me traes obseso de tu perfume y olvidado de tu esencia. Haces promesas con tus ojos y las destrozas con lo que dejas escapar de tus finos labios. ¿A qué sabrán tus besos? ¿A qué saben los besos de una diosa? ¿Qué tan fuerte pueden atar tus suaves brazos? ¿Por qué me encadenas si ni siquiera vienes a mirar cómo me pudro poco a poco mientras te ríes de mi estupidez obstinada en la mera ilusión de conquistar tu ombligo? Tus caderas mis cadenas. La profundidad de tus ojos oscuros el aljibe del que bebe mi imaginación. La profundidad de tus ojos me susurra ideas disparatadas sobre triunfos inimaginables y hazañas imposibles. Me transmite sueños sobre sueños hechos realidad y me promete felicidad con la seguridad del que promete algo sencillo. Me susurran: “sal a buscarme”. Y aquí me traes, inmovilizado por el miedo. Tus caderas mis cadenas.

3 comentarios:

  1. me gusta. Dijiste que ibas a intentar a expresarte sin miedo y sin usar armaduras, y creo que lo estás consiguiendo y te está dando unos grandes resultados. Me encanta "Tus caderas mis cadenas"

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  2. El perfume de una mujer no se compra en el corte inglés. Sólo nosotros lo sabemos ;)

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