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7 nov 2010

Blood & Meat (1)


Se dirigió con paso seguro al primer intento de la noche. Sus largos tacones de aguja resonaban sobre el suelo de tarima. Su falda de vinilo le rozaba los muslos a cada paso, pero era un precio que debía pagar por estar tan espectacular. Que de hecho, lo estaba. Joder que si lo estaba. Con sus largos tacones de aguja negros, su falda de vinilo también negra y su corset blanco estaba realmente que se desbordaba. Sentía los ojos clavados en ella, a punto de salir de sus órbitas, recorriendo sus muslos, su culo y sus tetas. Nunca había tenido demasiado pecho pero el corset hacía lo suyo. Había localizado con la mirada al primer intento de la noche tras examinar rápidamente la sala. La presentación del libro de Dave ya había terminado y la gente volvía a dividirse en pequeños grupos. Dirigió la mirada a Dave y comprobó con orgullo que no estaba siendo el centro de atención aquella noche, de todas formas su libro probablemente era aburridísimo, como todos los demás. No le faltaban buenas ideas al pobre David, pero aún se le resistía el crear una historia coherente sin abrumar con detalles aburridos e inservibles. Su primera víctima era un tipo con smoking, que se dirigía hacia la barra. Antes había estado hablando con un par de redactores del tres al cuarto y con un productor de cine con aspiraciones a ser famoso algún día. Ella simplemente le abordó. Si ella atacaba era la dueña de la situación, lo que les desarmaba.
-Bonita fiesta ¿verdad?-le dijo
El tipo se sorprendió y pareció mirar hacia los lados, cómo preguntándose si ella en realidad no estaría hablando con otra persona. Dubitativo, respondió:
-Eh, sí-dijo
-¿De qué conoces a Dave?-le preguntó
El tipo sonrió franca y cálidamente
-Oye gatita, eres muy sexy; de veras-dijo pasándose la mano por el pelo, nervioso-Pero no quieres que sea tu víctima de hoy. Y antes de que te des cuenta tu sola ya te lo aviso
-¿Y por qué no iba a querer?-dijo ella con un ronroneo. El tipo la había rechazado. Y no es que fuese gran cosa. Se estaba empezando a quedar calvo y tenía unos pequeños y huidizos ojos que la ponían nerviosa.
-Estoy demasiado centrado en mi carrera y en las drogas para resultarte interesante-dijo él mientras pedía un Martini al barman.
Ella pensó que alguien capaz de hablar así debía interesarle. Pero al volver a mirar a sus ojos lo comprendió. Era cierto. Estaba demasiado centrado en su carrera y en las drogas para parecer interesante. Bella se giró y se marchó sin despedirse. El primer intento de la noche había sido un fracaso, y eso no le gustaba en absoluto. Realizó otro rápido chequeo y se dirigió a por el que había marcado como el segundo.
-Buenas noches-dijo Bella uniéndose a la conversación que mantenían la presa número 2 y un pintor famosillo del sur de Europa. Ella era amiga del pintor.
-¡Bella!-exclamó-Buenas noches
Se sonrieron con afecto. El pintor se llamaba Gaulle o algo así, Bella jamás había conseguido pronunciar bien su nombre. Lo del suyo propio era distinto, llevaba oyéndolo desde pequeña. Su madre había vivido en la bohemia francesa unos cuantos años, lo que la había marcado indudablemente. Procuró que Gaulle no fuese consciente de que su interés estaba puesto en su amigo. Aún así este los presentó inmediatamente.
-Joseph, esta es Bella, una de esas encantadoras mujeres de las que ya pocas quedan tal y como hablábamos-dijo el pintor. Y a Bella le sorprendió, siempre había pensado que el pintor era homosexual. De hecho solía pensar que casi todos los artistas eran maricas. Excepto los escritores. De todas formas los escritores no eran auténticos artistas. Los había a puñados.
Bella y Joseph se saludaron cortésmente. Los tres siguieron charlando un rato hasta que Bella se dio cuenta de que Joseph bebía whiskey a un ritmo pasmoso y Bella no tenía ganas de emborracharse con la sangre de nadie esa noche. Además, el maldito Gaulle no se iba a tomar por culo tal y como los ojos de Bella le intentaban sugerir una y otra vez. Era muy buena en lo de dar órdenes, el problema era que el estúpido pintor ni siquiera la miraba a los ojos. Bella recorrió de nuevo la fiesta con la mirada y localizó a un chico algo más joven que el resto, probablemente de su edad, unos veinticuatro, los que les convertía a ambos en los miembros más joven de la fiesta del selecto club de capullos pseudo-intelectuales del que formaban parte. No le agradaba la gente tan joven, y en concreto aquel joven menos. Lo conocía de vista de alguna que otra fiesta. Ella lo consideraba un completo idiota. No es que no tuviese madera, la tenía, bastante más que la mayor parte de los invitados a la fiesta, pero había publicado un par de relatos en alguna revista importante y un libro de poemas y se creía el rey del mundo. Miraba a su alrededor con asco. Había entrado a formar parte del club desde que un día se emborrachó en una fiesta y empezó a insultar a la gente a gritos. A Dave le encantó. Le gustó tanto que lo “apadrinó” y lo invitaba a todas las fiestas y le presentó a todo el mundo. Pero también se emborrachó en otra fiesta y le gritó a Dave delante de todo el mundo que él era el mayor gilipollas de todos y que ni siquiera sabía escribir. Bueno, eso no había desagradado a Bella, Dave había probado su propia medicina. Y además era algo que alguien tenía que decirle tarde o temprano. Aún así a Bella no le agradaban los imitadores de Bukowski. Pero algunos de los miembros más poderosos y viejos del círculo aún añoraban la generación beat y adoraban ver literatura salida directamente de los suburbios. De todos modos el hambre apretaba y Bella necesitaba caza. Y esa era una presa que no se podía escapar. El joven estaba fumando un cigarrillo con un codo apoyado en la barra y mirando alrededor con cara de aburrido, de vez en cuando torcía un poco el gesto, como con cara de asco, al ver pasar a alguno de los invitados. Todo su ser emanaba seguridad y autoconfianza, lo que en realidad reflejaba la carencia de ambas. Y para colmo el joven no estaba bebiendo esa noche. Bella suspiró y pensó en que no siempre se puede elegir. Se dirigió al joven.

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