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31 may 2009

Verse





No sé si soy poeta o soy soldado, no sé siquiera si eso importa ya. La ciudad me mira con sus ojos entrecerrados mientras arrastro los pies por una calle cuyo nombre desconozco camino a la parada del bus. Si cierro los ojos veo el alcohol fluyendo pesadamente de mi intestino a mi cerebro, mandandome una nueva punzada de ebriedad que me ayude a soportar otro amanecer sin sentido. Otro día igual en una cárcel con los mismos barrotes sucios y oxidados. Mañana preguntaran: ¿Qué pasó anoche?. La respuesta es la misma siempre. Porque no somos los protagonistas de nuestras peliculas favoritas. Ni famosos cantantes. No somos una mierda. Y no nos pasa una mierda en esta mierda que llamamos vida. No sé si soy poeta o soy sargento. Pero puedo sentir como me eriza el viento, si la granada no impactó es algo que no me importó, solo debo seguir en pie. En pie una vez más mientras las bombas caen a mi alrededor. La cabeza gacha. Los ojos cerrados con fuerza. Tanta fuerza como para ver puntitos de luz flotando en una nada inexistente. Rezando porque las bombas acierten sobre mí esta vez. O para que dejen de caer bombas. Pero nunca pasa. Enterramos a nuestros muertos. Pero la guerra no acaba para los peones. No sé si soy poeta o soy general. No sé porqué pero soy dueño de lo que mis dedos escupen enojados y plasman en una pantalla que alguien leera y que despues palmeará mi espalda. No sé porque me siento libre aunque no lo sea. No sé porque tengo ganas de gritar aun estando afónico. No sé no sé no sé. Todo es un cúmulo de "no sé". No sé si soy poeta o soy basura. No sé si realmente hay diferencia.




Solo soy una sombra perdida en esta ciudad en constante movimiento
Preguntandome día a día cuando llegará mi momento...

27 may 2009

Vi




Vi el motivo por el cual cada una de las acciones de mi vida en los últimos años había transcurrido tal cual. Vi a sus progenitores y todos sus antepasados, todo lo que había hecho a ella ser así  Vi cadenas largas de ADN mezclándose  genes que se combinaban. Vi a París entero ardiendo a mis pies mientras en el punto mas alto de la Torre Eiffel le hacia el amor una y otra vez. Vi hordas de bárbaros que corrían hacia mi gritando, con las espadas ensangrentadas en la mano, mientras yo, el ultimo de mi pelotón clamaba mi amor al cielo y me enfrentaba desarmado a ellos para que ella huyese en la frondosidad del bosque. Vi el universo, vi a la muerte personificada, las ruinas de Mesopotamia, los secretos perdidos de la Atlantida, vi el Necronomicon y como lo usábamos para que nuestro amor venciese todo, vi como transcurrían eones de tiempo. Como los ríos se secaban, los arboles morían y el suelo se agrietaba mientras nosotros nos besábamos  Todo eso vi la primera vez que me miró a los ojos.

19 may 2009

No me cogereis vivo



-Maldita sea-gimió de nuevo Carl- Nos tienen por las pelotas

-Y una mierda, tenemos un rehén-dijo Shawn

-Sólo es un puto rehén, no debimos venir tan temprano-dijo Carl pasándose la mano por el pelo graso recogido en una coleta. Estaba sudando como un cerdo. En especial las manos. Las restregó contra los vaqueros- Deberíamos haber traído un cinturón de bombas o algo así

-¿Para atracar un jodido banco?-preguntó Shawn con sorna- Estamos en Ámsterdam no en Nueva York o en Irak

Carl hizo una mueca. Siempre le molestaba que Shawn se metiese con su país. No era un ciudadano ejemplar pero maldita sea, era americano y estaba orgulloso. Shawn encendió un Lucky Strike. Carl apenas sabía nada sobre Shawn. Aparte de que alguna vez fue australiano. Ahora era nómada.

-Deberíamos haber seguido atracando licorerías-dijo Carl abatido

-¡Y una mierda Carl!- gritó Shawn mientras se levantaba-Lo hecho, hecho esta, así que cierra la maldita boca. Todo hubiese ido sobre ruedas si aquel cabrón no tuviese complejo de héroe

”Aquel cabrón” era el encargado. Él había pulsado la alarma. Seguro que ni vio venir la bala. Shawn miró el reloj. Quedaban tres minutos para que el negociador volviese a llamar

-¿Qué vamos a hacer?- preguntó Carl- Deberíamos entregarnos

-¿Quieres entregarte?-preguntó Shawn

Carl simplemente encogió los hombros

-Podríamos hacer un buen trato

-Olvídalo- dijo Shawn- Atraco, secuestro y homicidio. Estamos en la mierda

-Nunca escaparemos-dijo Carl

Shawn simplemente sonrió. Hacia tiempo que esa idea rondaba su cabeza. Carl comprendió enseguida. Y al contrario de lo que Shawn creía Carl sonrió. Y se levantó.

-Si…tienes razón-admitió Carl

Se giraron hacia la puerta principal. Estaba infestada de policías. El teléfono móvil del bolsillo de la camisa de Shawn comenzó a sonar con una melodía de moda, era del estúpido cajero que estaba en el suelo amordazado. Lo descolgó y lo acercó a su oreja.

-Y bien chicos-dijo con voz suave -¿Habéis tomado una decisión?

-Así es-dijo Shawn

-¿Y cual es?- preguntó tratando de disimular su nerviosismo el negociador

Shawn miró a Carl quien sonrió y asintió con la cabeza mientras con la Remington al hombro se refugiaba tras el mostrador. Shawn cogió al rehén, quien gimió tras la mordaza. Le susurró que se escondiera en el baño y así lo hizo. El negociador gemía impaciente. Entonces Shawn sonrió a Carl. Quien armó la escopeta y apuntó hacia la puerta principal.

-No nos cogeréis vivos-dijo al impaciente negociador. Y dejó caer el móvil al suelo mientras desenfundaba su 9 mm.

11 may 2009

Único + Vanesa




-¿Qué haces aquí?-dijo ella-Te dije que no vinieras
-Tenía que venir. Todo me recuerda a ti. Y no lo entiendo. Mi casa no huele a ti. Pero huele a tu ausencia. Todas y cada una de las cosas que tú has sostenido en tus manos, todos los sitios donde te has sentado, todas las esquinas de mi cama en las que hemos hecho el amor…mi casa me recuerda a ti. Lo peor era poder hacer ciertas cosas. Podía fumar en la cama. Sin abrir la ventana ni preocuparme de que el olor se desvaneciese de la habitación antes de que tu llegases. Porque no ibas a llegar. Podía dejarme la ropa tirada por cualquier rincón porque tú no me ibas a echar la bronca. Tuve que empezar a comprar comida para una sola persona. Todo en casa me recordaba a ti, hasta la última mota de la pared. Así que decidí salir fuera de casa. Fui a un bar al que jamás había ido, conocí a unos tipos y pensé que beber con ellos me ayudaría a olvidarte. Pero pensaba en ti. Cada vez que alguien hacia un chiste estúpido pensaba en que te reirías con él, en que te caería bien aquel tipo. Cuando uno hacía un chiste grosero me imaginaba tu cara de desagrado, la que vi en cuanto nos conocimos. Te vi con la nariz torcida y apartando el flan con la mano mientras me sonreías con quince años. Cada trago me recordaba a ti. Porque no hay nada que no hubiese bebido sin ti alguna vez. Así que me fui del bar. Abandoné la ciudad. Mierda. Estaba tan ofuscado que abandoné el país. Fui a Italia. Nunca había estado en Italia. Y tú tampoco. Y mucho menos habíamos viajado a Italia juntos. De hecho apenas hemos viajado. Pensé que en Italia. Demonios. En Italia si que podría olvidarme de ti. Pero aún así todo me recordaba a ti en Italia. Visité la torre inclinada. Pensé en echarme una foto. Pero nadie podría sostenerme la cámara. Iba solo. Desistí de echarme la foto porque pensé que solo quedaría bien si yo fingía intentar sostener la torre con todas mis fuerzas mientras tú la inclinabas con una sola mano. Visité tiendas. Todos los souvenir estaban hechos a tu medida. Algunos te los podría haber regalado como una broma. Otros como recuerdos. Y otros como verdaderos regalos. Pero todos eran para ti. Te necesito. Todos y cada uno de los poros de mi piel necesitan el contacto de los tuyos-dije- Te quiero

Ella empezó a llorar. Las lágrimas resbalando por sus mejillas. Yo también lloré. Tenía ganas de besarla. Pero no podía ser yo quien la besase. Tenía que ser ella a mí. Y tenía que ser como la primera vez. Pero ella no lo hacía. Solo lloraba en silencio. Agachó la cabeza. Se la levanté suavemente con mi mano en su barbilla para que me mirase a la cara. Cogí un cigarrillo que tenía preparado en el bolsillo. Lo puse ante sus ojos sostenido entre el indice y el corazon de un extremo y el meñique y el anular del extremo de la boquilla y lo partí con el pulgar justo por enmedio. Y entonces Vanesa me besó.

4 may 2009

Oscuridad




HISTORIA ESCRITA POR: Ton4/ Antonio Navarro Camacho http://inapariencias.blogspot.com


Se abre el telón y aparece la vida. A primera impresión parece un
Chiste. Pero no. No cuando todo está en penumbra, siento un escalofrío por mi espalda e intuyo, algo no frecuente en mí, que algo va mal.
¿Por qué lo sé? Ni yo mismo lo sé. Es como cuando tu novia te dice “Tenemos que hablar”. Intuyes que algo va mal.
El caso es que me desprendí de mi prisión de sábanas blancas y edredón estampado y me puse en pie.
Por cierto, ¿Dónde están mis modales? Me llamo Antonio. Ese nombre tan común, ese que gritas y salen cientos. Ese. Y en cuanto a ti, atento lector que me conoces de… ¿10 líneas?, sólo te voy a desvelar eso de momento.
El caso es que me puse en pie. Busqué a tientas el interruptor y la luz golpeo mi cuarto. Mi escritorio hecho un desastre, la ropa cayendo del armario, mas ropa sobre la silla, mi estantería repleta de cómics, libros y películas perfectamente ordenadas… Aparentemente todo estaba bien. Tampoco me fijé demasiado, por lo de ver mi habitación día a día durante unos 12 años y todo eso.
El suelo estaba frío, más frío que de costumbre para mi gusto. Oteé el reloj, que marcaba, sin prisa alguna, las 3.47 AM.
- ¡Vamos a la cocina! - Me dije a mí mismo.
Debo explicar que esto es una reacción normal en mí. Me suelo hablar a mí mismo a menudo, dado que mis capacidades sociales no están lo suficientemente desarrolladas como para tener amigos. Bueno, tengo uno. Tengo un amigo. Tengo un amigo que me ama. Tengo…
De repente un escalofrío el doble de fuerte que el anterior recorrió mi cuerpo, el suelo me pareció más frío aun. Me hizo recordar que algo iba mal.
Caminé hacia la cocina precavido. Todo el trayecto sumido en una oscuridad total. Todas las luces apagadas. Todas las puertas cerradas. Todos mis miedos abiertos. Antes de abrir la puerta noté los cristales empañados.
- Será la secadora – Dije.
Abrí. Presioné el interruptor. Espere los 3 segundos de reglamento en los que la luz comienza a adaptarse al entorno, parpadeando. A mí solo me basto el primer segundo, el primer parpadeo. Mis miedos se confirmaron cuando, bajo el reloj, que marcaba las 3.50 AM, el crucifijo, o contenedor de cristo como yo lo llamaba, presentaba irregularidades. Cuando la luz se adaptó por completo mi cuerpo ya estaba pegado a la pared temblando. El crucifijo.
Sí. Mi familia es muy religiosa. Es bastante conservadora. Los crucifijos son usuales en nuestra vivienda. Pero no como yo lo estaba viendo.
La tez de Jesús, inclinada hacia abajo, triste, de serie, se había convertido en una cara con vista fija al frente de odio, escondida tras una sonrisa peculiar. La sangre sobre su tez se conservaba, pero nunca me fijé en sus ojos. Los ojos estaban abiertos, y si mi vista no me fallaba, inyectados en sangre.
- No, no, no – Dije – no, no, no….
En el segundo “no” ya estaba encendiendo las luces de toda mi casa mirando a todos los crucifijos.
Había dos en el pasillo, uno en el salón, otro en la habitación de mis padres, otro en la entrada y el último en la sala de estar.
Todos con el mismo aspecto.
Palidecí.
- No, no, no… - Seguía diciendo.
Un momento, todas las luces están encendidas y nadie se ha levantado a ver que pasa. Otra cosa mala que intuí. Estaba en racha pero por culpa del shock no pude apreciarlo.
Me encontraba en la entrada. El suelo cada vez más frío. Mi miedo cada vez más grande. Recordé que me dijeron una vez: “Si tienes miedo, simplemente canta y avanza, así lo taponaras”
Eso hice. Avancé cantando lo más fuerte que pude esas canciones religiosas que tanto me cantaban a mí.
- TENGO UN AMIGO QUE ME AMA, ME AMA, TENGO UN AMIGO QUE ME AMA, SU NOMBRE ES JESSss…
En ese momento llegué a la habitación de mis padres y vomité. Estaban sentados sonriendo hacia nada. Sin saber lo que hacían.
Sus ojos no se movían, pero sus manos golpeaban sus muslos y todos tarareaban la misma canción que yo hace un momento estaba cantando.
No eran mis padres.
Salí de la habitación lo más rápido que pude y puse una silla inclinada bloqueando la apretura de la puerta.
Corrí, descalzo y con los pies helados hacia la televisión del salón. La encendí. Nada extraño. Porno, teletiendia, anuncios de bajo coste…
Me asome a la ventana.
Vacío. Todo vacío.
En serio, ¿Qué cojones hubierais pensado en una situación así? Cuando tu único amigo y tu única familia no existe de repente.
Yo notaba húmedo el pantalón del pijama y las lágrimas se mezclaban con mi ansiosa respiración.
Mis ojos, sin rumbo, se centraron otra vez en el Mesías. El salvador.
Una silla cae. Una puerta se abre. Unos pasos se oyen. Una cabeza de 3 cm y sonriente se gira hacia mi. Unos antiguos conocidos avanzan hacia mí.
Llevo toda mi vida creyendo que Dios todopoderoso y su hijo el Mesías eran benevolentes, que el malvado es el demonio, es Lucifer. He visto películas de zombies, y esos te comen el cerebro o te despedazan simplemente.
3 segundos. El tiempo en que mis pies se terminaron de entumecer. El tiempo en que la luz de la cocina se acaba de adaptar. El tiempo en el que pienso, si estos son los buenos, como serán los malos. El tiempo en el que me doy cuenta de que si estos son los malos, no puede haber nada peor. El tiempo en el que mis piernas se elevan del suelo. El tiempo en el que caigo al vacío. Veo luz en el cielo. Veo luz. Pero es una luz procedente de un rayo en una noche de penumbra. Una luz malvada. Una luz que se convierte en oscuridad. Una oscuridad sin esperanzas.
Lo intuyo, algo poco frecuente en mí.