UA-67049947-1

11 may 2009

Único + Vanesa




-¿Qué haces aquí?-dijo ella-Te dije que no vinieras
-Tenía que venir. Todo me recuerda a ti. Y no lo entiendo. Mi casa no huele a ti. Pero huele a tu ausencia. Todas y cada una de las cosas que tú has sostenido en tus manos, todos los sitios donde te has sentado, todas las esquinas de mi cama en las que hemos hecho el amor…mi casa me recuerda a ti. Lo peor era poder hacer ciertas cosas. Podía fumar en la cama. Sin abrir la ventana ni preocuparme de que el olor se desvaneciese de la habitación antes de que tu llegases. Porque no ibas a llegar. Podía dejarme la ropa tirada por cualquier rincón porque tú no me ibas a echar la bronca. Tuve que empezar a comprar comida para una sola persona. Todo en casa me recordaba a ti, hasta la última mota de la pared. Así que decidí salir fuera de casa. Fui a un bar al que jamás había ido, conocí a unos tipos y pensé que beber con ellos me ayudaría a olvidarte. Pero pensaba en ti. Cada vez que alguien hacia un chiste estúpido pensaba en que te reirías con él, en que te caería bien aquel tipo. Cuando uno hacía un chiste grosero me imaginaba tu cara de desagrado, la que vi en cuanto nos conocimos. Te vi con la nariz torcida y apartando el flan con la mano mientras me sonreías con quince años. Cada trago me recordaba a ti. Porque no hay nada que no hubiese bebido sin ti alguna vez. Así que me fui del bar. Abandoné la ciudad. Mierda. Estaba tan ofuscado que abandoné el país. Fui a Italia. Nunca había estado en Italia. Y tú tampoco. Y mucho menos habíamos viajado a Italia juntos. De hecho apenas hemos viajado. Pensé que en Italia. Demonios. En Italia si que podría olvidarme de ti. Pero aún así todo me recordaba a ti en Italia. Visité la torre inclinada. Pensé en echarme una foto. Pero nadie podría sostenerme la cámara. Iba solo. Desistí de echarme la foto porque pensé que solo quedaría bien si yo fingía intentar sostener la torre con todas mis fuerzas mientras tú la inclinabas con una sola mano. Visité tiendas. Todos los souvenir estaban hechos a tu medida. Algunos te los podría haber regalado como una broma. Otros como recuerdos. Y otros como verdaderos regalos. Pero todos eran para ti. Te necesito. Todos y cada uno de los poros de mi piel necesitan el contacto de los tuyos-dije- Te quiero

Ella empezó a llorar. Las lágrimas resbalando por sus mejillas. Yo también lloré. Tenía ganas de besarla. Pero no podía ser yo quien la besase. Tenía que ser ella a mí. Y tenía que ser como la primera vez. Pero ella no lo hacía. Solo lloraba en silencio. Agachó la cabeza. Se la levanté suavemente con mi mano en su barbilla para que me mirase a la cara. Cogí un cigarrillo que tenía preparado en el bolsillo. Lo puse ante sus ojos sostenido entre el indice y el corazon de un extremo y el meñique y el anular del extremo de la boquilla y lo partí con el pulgar justo por enmedio. Y entonces Vanesa me besó.

4 comentarios:

  1. ooooooooooooooooooooooooooh !!

    ResponderEliminar
  2. es precioso =).klaxwac

    ResponderEliminar
  3. Tremendo.
    Cuando lo tengas entero no dudes en pasarmelo. ;)

    Enserio, como mola lo del cigarrillo.

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias. Y he de decir que el gusto es mio, y que te leo desde hace tiempo.
    Y se quien eres, he oido hablar algo y bien de ti, asique a ver cuando nos presenta antonio, que los buenos escritores han de conocerse ;)

    Me pasare por aqui a menudo, esta muy interesante la historia :)

    ResponderEliminar