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22 mar 2012

Cuando supo que no habíalternativa; y su corazón tomó la decisión, entró al salón en el que él descansaba; con sus tacones de aguja resonando por el parqué; entonces le apuntó al pecho y simplemente apretó un poco el dedo.

17 mar 2012

Inciso

Sigo sin entender porqué cojones tiene que doler tanto.

Ella se llama Gloria, y yo Fracaso. Parte 2.


Tú con tacones y yo en el paro. Se acerca, decidida, y me da un fugaz beso en la comisura de los labios. Está realmente guapa. La conocí con quince años y aún la sigo viendo jodidamente guapa. Eso es mucho decir desde luego, sobre todo viniendo de alguien como yo.

-No hace falta que te levantes-me dice-Estás en paro, deberías quedarte toda la mañana durmiendo, bastante tenemos con que yo tenga que trabajar.

-No puedo-le digo sorbiendo el café- No puedo quedarme durmiendo mientras tú estás fuera

-Yo lo haría-dice ella mordiendo la tostada

-Es fácil decirlo en tu situación

-¿Y qué vas a hacer entonces?-pregunta-La casa está tan limpia que podría comerme una ensalada debajo de la cama

Me echo a reír. Recuerdo que es viernes, los viernes por la tarde libra.

-¿Quieres que vayamos a algún sitio hoy?-le pregunto-Podríamos ir al cine, y luego a cenar quizás. Me apetece comida china.

-Lo siento amor mío-dice-Tengo cena esta noche con los jefes. Mañana si quieres vamos a comer a la playa. 

Uso todas mis fuerzas para sonreír, pero en realidad me apetece llorar. El desayuno termina y ella se marcha. Me da un beso porque se lo pido. La casa para mí solo. Otra vez. Me dirijo hacia el salón y me siento en el sofá. Miro fijamente el mando de la tele. Paso de encenderla. A estas horas solo dan mierda. Normalmente dan mierda, pero a las ocho y media de la mañana…dios, es insoportable. Cojo el libro de Schopenhauer que hay en el sofá: “Eudemonología o el arte de ser feliz”. El libro me está gustando, pero también me deprime. Me levanto y voy hacia la habitación. En uno de los cajones, bajo mis calzoncillos hay una cajita metálica. La saco, la abro y me lio un porro. No puedo evitar esta sensación que me sabe a bilis, que me sube por la espalda en oleadas de frío y se centra en mi garganta. Esta sensación que me dice: “ella está fuera trabajando y tú te estás liando un porro para leer en el sofá”. Pero, ¿qué otra cosa puedo hacer? Podría subir al ático a por mi viejo caballete y a por mis pinturas pero se me ocurren cientos de razones por las que no hacerlo. Y la primera y más importante es que no me apetece una mierda. Lo siento, no soy Goya, no soy Dalí, no puedo sublimar todas las sensaciones que se me agolpan ahora mismo en el cuerpo en una obra de arte. Jamás seré un genio. “Ella se llama Gloria, y yo me llamo Fracaso” pienso mientras enciendo el canuto en la ventana. No hay más que verme para darse cuenta. Aquí estoy, fumándome un porro en la ventana, como si volviese a tener dieciséis años. Me cuesta aceptar que haya pasado los veinte.

13 mar 2012

Ella se llama Gloria, y yo Fracaso. Parte 1.


Al principio el ruido me parece algo lejano. Algo que no me atañe, sonando en otra galaxia. Después suena como en un sueño, y pocos segundos más tarde rezo porque sea un sueño. Pero no; es el despertador. Gloria se revuelve a mi lado, gimiendo algo inteligible. Por fin apaga la alarma y se incorpora. Yo abro los ojos y la veo ir hacia la cocina, a preparar café. Me giro y contemplo el techo. Sin pensar en nada. ¿Qué día es hoy? Creo que viernes. Últimamente solo los distingo por el nombre. Gloria vuelve, bostezando. Se dirige hacia el armario y la miro fijamente. Escoge su ropa cuidadosamente y se quita el pijama. Cuando la veo en ropa interior termino de despertarme del todo.

-Cariño-le digo-¿Quieres que me duche contigo?

Y le sonrío. Ella se gira y me devuelve la sonrisa.

-No seas tonto, que llego tarde. Y se va a la ducha. Yo vuelvo a mirar el techo. Pienso en cómo ha cambiado la intensidad de nuestra vida en lo que a mí me ha parecido un suspiro. Lo diferentes que somos de cómo éramos hace tan solo cinco años. Cinco años difusos que percibo tan lejanos y desvinculados de mí como los recuerdos de otra persona. Como si me lo hubiesen contado, más que haberlo vivido. Hace no mucho yo me hubiese levantado tras ella sin mediar palabra y me hubiese colado en la ducha. Habríamos roto por cuarta o quinta vez la cisterna del baño mientras hacíamos el amor. Y lo peor es que no sé de quién es la culpa; suya, mía, de los dos, de la vida…que más da. Me incorporo y me quedo sentado al borde de la cama, pensando en qué hacer a continuación. No se me ocurre nada. Llevo seis semanas en el paro. Ayer tuve la última entrevista de trabajo. Dijeron que me llamarían, pero sé que no lo harán. Nunca lo hacen. Estudia, me dijeron todos, estudia y tendrás media vida resuelta. Hijos de puta. Me levanto y dirijo a mis pies hacia la cocina. Abro el armario y saco el pan de molde. Abro la nevera y saco las mermeladas. De fresa para mí, de naranja para ella. Meto las rebanadas a la tostadora mientras lo único que se escucha es el chorro de la ducha. La mermelada de fresa está a punto de acabarse; un par de tostadas más, aparte de esta, y el bote estará completamente vacío. Cojo un boli de encima de la nevera y en la lista de la compra, prendida con imanes, escribo “mermelada de fresa”. Ya hay seis objetos en la lista, hoy saldré de compras. Lo peor de estar en el paro es la sensación de culpa que me acompaña durante todo el día, cuando ella está fuera. Sé que es estúpido, pero eso no evita que la sienta. Me paso el día haciendo cosas por casa, intentando estar distraído, pero cuando las cosas que hacer se acaban no puedo sino martirizarme pensando en que ella está trabajando y yo estoy tirado en el sofá, sintiendo como me engorda el cuerpo. El sábado que viene cumplo treinta años. Daría todo lo que me importa porque nadie se acordase. Pero no será así. Tendré regalo. Cena romántica. Haré el amor apasionadamente esa noche. Y a la mañana siguiente toda la familia se reunirá en el campo de mis padres a soplar las velas de la tarta. No sé cuál de esas cosas me apetece menos. El tostador me saca de mi ensimismamiento al hacer “click” e impulsar las tostadas hacia arriba. El chorro de la ducha se para. Preparo las tostadas. Me paso diez minutos preguntándome qué cojones hará Gloria y por fin oigo sus tacones en el pasillo. Cojo la cafetera y sirvo dos tazas de café. Ella entra en la cocina y me dirige una sonrisa amplia y preciosa. Lleva una camisa blanca y una falda negra. Odio que con tacones sea más alta que yo. Me siento…débil, insignificante, prescindible. Tú con tacones y yo en el paro.

12 mar 2012

Cíclico.

Ansiedad pre vacacional; vacaciones; depresión post vacacional.
Ansiedad pre coital; coito; depresión post coital.
Ansiedad pre parto; parto; depresión post parto.
Depresión, solución; depresión.
Depresión; tratamiento; hastío post depresión.

Aburrimiento; algo interesante; aburrimiento.

7 mar 2012

Claudia


Se llamaba Claudia. O al menos así le dijo que se llamaba. Al principio todo había sido de lo más normal, la cosa iba sobre ruedas. Bastante bajo control. Ella le abofeteó un par de veces y él la llamaba puta una y otra vez mientras ella gemía que le dijese más guarradas. Quizás se fue un poco de las manos con los azotes, tenía las nalgas llenas de cardenales; aunque lo cierto es que a él la sangre le recorría la espalda fruto de los arañazos. Se habían pasado de la raya. Paseó de un lado a otro de la habitación, fumando un cigarrillo. Se sentó al borde de la cama y la miró. Parecía dormida plácidamente excepto por las marcas en su cuello. Las marcas de sus manos. En el momento del orgasmo se había dejado llevar. Apretó demasiado fuerte su suave garganta. Y ahora estaba muerta, y él, completamente desnudo en una habitación de hotel, con un condón lleno colgando de su ahora pequeño y flácido pene.

5 mar 2012

Raflaexión

Cuando Rafa ve a Marta disparando sin cesar comprende que lo que le ha agarrado con más fuerza a la cordura podría ser lo que le haga perderla. Cegado por las esperanzas y el idílico amanecer ni por un momento había pensado que quizás no lo lograsen. ¿Y si tuviese que ver a Marta morir? ¿Y si tuviese que verla ser devorada viva? ¿Y aun así tener que abandonarla y avanzar? ¿Sería capaz? Sabe que sí, pero también sabe que le volvería loco. Quizás no volviese a dormir jamás si sobrevivía. Pero uno de sus cantantes favoritos decía: “Mis cartas son una mierda: Subo la apuesta”. Puso mentalmente su all-in por ella. Si moría, lo que quedaba en él diferente a esos monstruos sería devorado con ella. Levantó la escopeta con decisión y disparó.