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14 feb 2011

La culpa es de Hollywood


La repetitiva música seguía sonando. Tomás volvía de pelearse con el DJ. Estaba cobrando una puta mierda pero pon a un idiota en una cabina y dale un par de cascos y se creerá David Guetta. Vamos que no conocer a Angerfist. Menudo idiota, seguro que era el sobrino de alguien, o peor, se estaba follando a la sobrina de alguien. Rechazó la decimoquinta pastilla de la noche. Las drogas eran como las promociones de los operadores telefónicos. Estaban por todas partes y cada una prometía ser mejor que la anterior pero al final todas decepcionaban. Sí, algunas estaban bien pero ninguna era la puta hostia. La culpa era del cine, la música y la literatura. La tendencia a exagerar que tienen los artistas. Prometen un flash en tu cerebro, un fogonazo y acaba siendo una bombilla de 60W. Como el éxtasis. “La droga del amor” no era más que “la droga del sexo”. Tomás no necesitaba gastarse 5 € la dosis en nada que le pusiese cachondo, eso podía hacerlo él solito. Estaba un poco asqueado así que decidió irse a la puerta a echar un cigarrillo.

La repetitiva música seguía sonando. Marta volvió a rechazar al decimoquinto idiota de la noche. Ahora sabía lo que debía sentir un perro en la perrera. Por lo menos no era un perro. Es decir, nadie preguntaba al pobre perro si le parecía bien su dueño. Ella al menos podía elegir con quién irse a casa esa noche. Los penes eran como los anuncios de coches. Todos prometían ser mejor que el anterior y acababan siendo un orgasmo decente en la parte trasera de un coche, un beso de buenas noches y un móvil que no suena. La culpa era del cine, la música y la literatura. Prometían el amor como una sensación que te arranca el alma y te hace gritar y acababa siendo un cosquilleo en el estómago. Como la marihuana. Pasó su época de fumar casi todos los días en la universidad. Pero Marta no necesitaba gastarse 5 € el gramo en quedarse aplanada en el sofá. Una sesión de gimnasio conseguía lo mismo. O un buen polvo. De todas formas no necesitaba a un maromo de metro ochenta y gafas de sol para satisfacerse, eso podía hacerlo ella solita. Estaba un poco harta de las miradas a sus tetas así que decidió irse a la puerta a fumar.

La chica le pidió fuego. Le gustó. Tenía unos ojos penetrantes y un escote aún más profundo. Tomás apostaba a que era lo más profundo que tenía. Pensó en preguntarle por el último libro que había leído pero llevaba dos semanas sin echar un polvo y le gustaría hacerlo esa noche así que prefirió hablarle de música. La chica tampoco tenía puta la idea pero Tomás fingió escuchar y asintió con la cabeza mientras pensaba en aquella frase. La chica le preguntó si le apetecía una raya y en realidad a Tomás no le apetecía nada. Seguro que la chica tenía cocaína de 40 % de pureza. De la que luego te hace levantarte con ganas de ahorcarte en el lavabo. Pero le mintió y le dijo que sí. Al fin y al cabo en eso se basan las relaciones humanas; en mentir y en ceder a favor del otro para conseguir algo a cambio. Eyacular entre ese buen par de tetas le parecía una buena razón para mentir esa noche así que asintió pensando en el daño que hacían Hollywood, Bécquer y Joy Division.

El chico era guapo. No al estilo usual. Pero tenía algo que le atraía. Su manera de hablar, haciendo muchos gestos con las manos. Y su mirada. La miraba pero Marta notaba que miraba a través de ella. Harto de ese ritual de discoteca. Y allí estaba, hablando con aquella rubia con pinta de chuparla por medio gramo sin siquiera plantearse cuestiones éticas. Pensó en interceder en la conversación y preguntarle al tío por Thomas Mann, seguro que eso haría que le diese la patada en el culo a la rubia. Sí, podían pasar toda la noche hablando, luego ir a su casa y conocerse mejor. Quizás era él a quién estaba buscando. O quizás no pero en cualquier caso Marta estaba harta de dormir sola y esa noche se iba a ir acompañada a casa. Vaya que sí. El chico guapo se marchó con la rubia tonta y Marta se quedó mirando. “Bah” pensó. Arrojó el cigarrillo que ya le quemaba los dedos y entró a la discoteca dispuesta a dejarse invitar a un cubata por el tipo más fuerte que viese pensando en el daño que hacían Hollywood, Benedetti y Joaquín Sabina.

6 comentarios:

  1. Qué bueno!
    A veces por bajar el listón, perdemos la oportunidad de encontrar precisamente lo que buscábamos.

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  2. CO-JO-NUDO

    Y TE DOY TRES PALABRAS PORQUE DE VERDAD TE MERECES EL FUCKING DICCIONARIO ENTERO EN APLAUSOS..

    ME HA ENCANTADO TIO

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  3. PUF. tremendo.

    deberías leer "bailame el agua", lo mismo te gusta ;)

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  4. Comenté ya aquí, así que o me odias o me odia blogspot xD
    Te escribí un tocho que no tengo ganas de volver a escribir asi que te lo resumiré: Queda prohibido parar de escribir, al menos para ti.

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  5. me encanta como describes siempre a tus personajes. esa "crudeza", sin metáforas... puf, no sé explicarlo, pero me encanta.
    :)

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