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13 mar 2010

Neighbourhood


Dormito en la cama con la ventana abierta, dejando entrar el aire infernalmente caliente de la calle. El ventilador gira en el techo haciendo esa especie de zumbido. Ella duerme. Sé que ella duerme. Yo nunca puedo dormir del todo. No aquí. Temo despertarme y seguir siendo la misma persona. Temo soñar con estar lejos y al despertar no poder enfrentar la realidad. Temo que me maten mientras duermo. Se oye otra ambulancia. Es la tercera de la semana. Estamos a jueves. Una semana tranquila. La gente no se mete mucho en lios últimamente. El teléfono suena. Alguien está vendiendo lo que no debe dónde no debe. Me levanto y me pongo la camiseta. Me lavo la cara ante el espejo. Siempre es igual. Me miro ante el espejo y prometo que será la última vez. Pero nunca es la última vez. Siempre hay algo más que comprar. Una tele nueva. Un radiador para el coche. Un equipo de música. Respeto...El respeto es lo que más duro resulta comprar. No entiende sólo de verde, si no de rojo. De rojo sangre. Agarro la 9mm y la meto bajo el cinturón. Dejo caer la camiseta por encima para taparla, aunque tampoco es necesario. Hay pocas formas de ganarse la vida en el barrio. Y todos saben cúal es la mía. A la fuerza deben saberlo. Para tener un Mercedes aparcado en la puerta de casa en este barrio debes hacer saber que el que lo toque perderá la sensibilidad y no podrá volver a sentir como toca nada. Ella sigue durmiendo cuando entro en la habitación. La beso en la frente y le digo que he de irme. Que probablemente no duerma. Ella pregunta que ocurre. "Lo de siempre, alguien vendiendo en mi territorio. Dame un beso." Ya no se asusta. Está acostumbrada. Salgo de casa y arranco el coche. Suspiro y me dirijo a la esquina cuatro manzanas más allá. La esquina en la que están vendiendo sin mi permiso. Los sudacas. Los sudacas nos están comiendo. Esta mierda va a acabar muy mal. Aparco mi Mercedes comprado con yeyo y sangre y bajo.Los mios me esperan escondidos en un portal. Salen y se sitúan a mi espalda. Dos tiros al aire. "Quien coño creeís que sois sudacas de mierda". Este es mi barrio les grito. De repente todo se llena de sudacas. Los malditos sudacas van a tomar el barrio. No me lo pienso dos veces. Abro fuego. Ellos tampoco se lo piensan. Caigo con un disparo en el pecho. Mi último deseo es no despertarme en mi cama cuando mis ojos se cierren.

1 comentario:

  1. sera un placer seguirte ya que poseo en mis manos un libro publicado por una bella rubia y por vos =)

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