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3 ene 2012

Bye bye fuck you.


Me miro al espejo y pienso que vaya asco. Es extraño eso de darse asco y pena. Es decir, mira como me tiembla la mandíbula. Los goterones de sudor que resbalan por mi frente y se deslizan suavemente por el huesudo puente de mi aguileña nariz hasta quedar atrapados en pequeñas gotas entre los pelos del bigote. Me lamo el labio superior y noto el regusto salado del sudor y las lágrimas. Empiezo a ver borroso y tengo el corazón a mil por hora. Supongo que se debe a las pastillas. Pronto empezarán a fallarme las piernas, después se me nublará la vista y por último perderé la consciencia y daré con la cabeza en el frío suelo de mármol del baño. Me viene una arcada y contengo el vómito. Está en camino. Pero voy a acelerar un poco las cosas. Las pastillas no serán el método. Solo algo que me de un poco de valor. Tengo el sudor por el cuello y el 44 apuntando. El dedo en el gatillo está crispado y me cuesta respirar. ¿Cuánto tardarán en encontrar mi cadáver? Días, supongo. La primera en echarme de menos será mamá. Pasarán días y le extrañará que no la llame. Así que llamará ella. Y nadie lo cogerá. Durante horas, y puede que días, llamará, pero nadie contestará. Al final vendrán y al abrir la puerta el olor a putrefacto de mi cadáver les golpeará en las fosas con la potencia de un martillo. La sangre corriendo por el pasillo hará el resto. Cierro los ojos y recuerdo todas las puñaladas por la espalda que he recibido. Demasiadas. Esas putas me robaron el tiempo con sus engaños. Recuerdo a mamá llorando y gritándome que soy una vergüenza para ella. Recuerdo cuando pillé a Esther en la cama con quién creí que era mi mejor amigo. O a Marga gritándome que soy un fracasado y que no piensa dejar que la arrastre a su caída, poco antes de coger el avión a Florida. Recuerdo cuanto me he expuesto a ese curro de mierda con ese jefe comemierda que se va de listo. Una vez que todo esté hecho no habrá marcha atrás. Ni tiempo para arrepentirme. Los muertos no se arrepienten de nada. El dolor que dejaré con mi marcha también morirá. Todo muere, ¿así que qué más da? I don’t really give a fuck. Aprieto los dientes y el gatillo. Y allí estoy, mirando mi cadáver y mis sesos desparramados por todo el suelo de mármol blanco del cuarto de baño. Los fluidos derramándose por la pared. Los miro con las manos en los bolsillos y expresión neutra. Ni rio ni lloro ni me enfado. Simplemente escupo a la cara de mi cadáver. Y digo:

-Bye, bye, que les follen, ya estoy despierto.

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2 comentarios:

  1. Tu escritura es capaz de mantenerme en tensión desde la primera palabra, hasta la última.

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