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18 ene 2016

Crítica "El Girasol": Como en casa


Anoche decidimos salir a cenar para celebrar el cumpleaños de mi pareja. Como ella es vegetariana y siempre está haciendo sacrificios por mí decidimos ir a un vegetariano. Nos habían hablado muy bien de “El Girasol” así que allá que fuimos. La primera impresión que me causó al llegar fue muy buena. Me gustaban mucho los cuadros que colgaban de la pared, el mantelillo gracioso de papel con dibujitos que tenían puesto en las mesas y el rollo que le daba el local tan pequeño y cuidado. La chica que nos atiende es majísima y nos indica que nos sentemos donde gustemos ya que el local está vacío a excepción de un chico que cena solo en una esquina.

Tras echar un vistazo a la carta y con la caña de rigor ya en mano nos decidimos a pedir de entrante para los dos las fajitas de tortitas de maíz y ceviche de aguacate y persimón. Mi pareja pidió de principal la tartaleta marroquí vegana y yo el chop suey de tallarines con shiitake, seitán y verduritas varias. El entrante viene y tiene muy buena pinta, es básicamente una tortita de maíz con verdura por encima y puesta sobre una base de distintos tipos de lechuga. Bastante pequeño para costar 8 euros, pero muy rico. Me como mi mitad en exactamente tres bocados mientras rezo mentalmente que los tallarines que valen casi 9€ sean contundentes porque después del entrante tengo más hambre que antes. Aunque, ¿en eso consiste un entrante no?

Vienen los platos principales, la tartaleta y el chop suey de tallarines. La tartaleta es pequeñita también pero la ración de tallarines es generosa así que suspiro aliviado. Con un sólo vistazo al plato ya sé lo que me voy a encontrar, exactamente lo que el nombre promete: tallarines con verduras. Y eso es lo único que puedo decir del plato, un chop suey básico que cualquiera podría cocinar en casa y en el que las shiitake son cuatro pedacitos pequeñitos que al principio me cuesta encontrar. Eso sí, muy bueno, aunque tampoco tenía mucho misterio, claro. Mi pareja está gozando con la tartaleta y me insta a probarla. Deliciosa. Muy pequeña para mi gusto pero buenísima. Como tenemos aún un poco de “fome” nos decidimos a pedir un postre para cada uno en lugar de uno a medias como acostumbramos.

La chica nos los recita de memoria y todos suenan a manjar de dioses. Me decido por la tarta de queso (100% fan, he probado todas las que he podido) y mi pareja por el bizcocho de zanahoria con cobertura de chocolate, aunque cuando llegan los postres comprobamos que las chicas nos los han partido en dos para que probemos ambos. Me encantan los pequeños detalles de la gente maja. La tarta de queso tiene una pinta espectacular y cuando la pruebo compruebo que me he quedado corto. Esto es jodida ambrosía si me perdonáis el taco y la manida comparación. Me como mi trozo en segundos. El bizcocho de zanahoria está muy bueno pero me lo estropean un poco las nueces, no son santo de mi devoción las nueces. Mi pareja sin embargo disfruta cada bocado.

Partimos y la conclusión es unánime. En alguna crítica al restaurante que he leído en Tripadvisor algunos clientes decían que era como comer “en casa”. Pues es eso exactamente el restaurante, todo muy bueno pero lo podría haber hecho yo mismo en mi casa. Y además, qué cojones, me hubiese hecho los tallarines con unas gambitas salteadas.

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