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12 jun 2011

Cuando ya no le sirve de nada (1)


No sé cómo empezar esta historia. Y resulta irónico porque me gano la vida contándolas. Pero no es lo mismo relatar “una” historia, que relatar tu historia. No sé porqué conocí a Marta. Supongo, que como las cosas verdaderamente buenas en la vida, pasó sin razón aparente. No nos presentó ningún amigo que yo recuerde, ni nos conocimos en ninguna charla de poesía, ni mágicamente en el cine. Nos conocimos y punto. Apenas recuerdo cómo. Hace ya muchos años. Marta era una chica muy especial, lo que en realidad es una forma bonita y romántica de decir que Marta era muy rara. Por aquel entonces yo estaba disfrutando del estallido rompedor de los 80, que en realidad no eran más que los residuos de los 70, que a España venían con retraso. No tenía casa ni hipoteca, pero tenía una Olivetti portátil y un editor con lo necesario para triunfar en su profesión: Poca vergüenza y mucha constancia. Era de los que llamaban cada dos semanas a la editorial para enterarse de si habían recibido el manuscrito. La mayor parte del tiempo que andaba por Madrid solíamos apalancarnos en su casa. Aunque yo tenía amigos en casi todas las ciudades, sobre todo porque era bastante nómada y también tenía el presupuesto muy justo. Pero claro, si vuelves a Cádiz después de un año y medio y le pides a un antiguo colega de la facultad que te deje dormir en el salón unos pocos días, por dios, todo lo que necesites. Así que iba tirando. Pero bueno, me estoy desviando del tema. Marta. Marta y sus pecas me dijeron que cada una de nuestras citas debía ser en una ciudad del mundo diferente. Y que cada vez sería única y especial. Hablaríamos de algo distinto, pasearíamos por sitios distintos y dormiríamos en hoteles distintos. Empecé a hacerlo porque me parecía mágico, romántico y muy sacado de una novela. Al principio me resistía (...)

1 comentario:

  1. 2 cosas. Sabes como engancharme y dejarme con las ganas de más. Pero también sabes que te doy una semana para que salga la siguiente parte jajajaja
    La otra es que odio el pajarito de twitter que está volando a la izquierda de la pantalla...

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