Y bailaba y bailaba sin cesar, mirándome a los ojos mientras se alejaba y acercaba intermitentemente. Y yo, que me iba con la mente a pedir un whiskey, o sencillamente al coche a largarme a casa, o a otra zona de la pista de baile. Con la mente. Los pies los seguía teniendo clavados al suelo. Mirándola.
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