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10 nov 2011

Him.


Reúne todos los tópicos en un solo cuerpo. El típico poeta maldito con la típica actitud de estrella de rock. Escribe. Prosa, poesía, música, ensayos, artículos. Que más le da. Él escribe. Siempre fue el adolescente que soñaba con no crecer nunca sin darse cuenta de que lo había hecho antes de tiempo. A medio camino entre chico sensible que va de duro y chico duro que va de sensible. Siempre jura que nadie lo entiende. Y yo en realidad creo que el que no se entiende es él. De aquí a allá todo el rato, sin parar por ningún sitio demasiado tiempo. Siempre se obligó a auto-cortarse las raíces. Se le escapaba el tiempo entre las manos y eso le atormentaba hasta el punto de no dejarse dormir a sí mismo. Nunca había soñado con tener alas, él ya nació con unas pegadas al cuerpo. Hay gente que tiene escarceos con las drogas. Él no. Él las convirtió en su pasión, en su vida. Y le gustaban las mujeres. Ya sabéis lo que os digo. No el sexo. Las mujeres. Las amaba. En todas veía algo y por todas perdía la cabeza. Yo llevaba un año sin verlo cuando simplemente llegó al garito de Neda, entró y se sentó en el sillón con una sonrisa como si nada a hacerse un porro. Con total confianza. Era de esos que lo cogían todo y lo daban todo.

-Eh, tú-le dijo el Chino desde el otro lado del sillón-Pásate el puto porro ya hombre.

Ah, sí. Y siempre se apalancaba el puto porro.

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