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14 ene 2013

Despierta empapado en sudor.

Se despierta empapado en sudor. Abre los ojos y la luz que entra por la ventana le ciega. Ha soñado una historia de amor. A veces le pasa. Pero esta vez ha sido mucho más intensa de lo normal. No ha soñado algo fragmentario si no una historia completa. Se encuentra con ella por la calle, quedan, se enamoran…Recuerda una conversación en especial. Bonita, muy bonita. Siente dos cosas inmediatamente, la que primero llega es el dolor. Lo ha soñado. No es su vida. Recuerda su vida. Dolor. La que llega justo unas décimas de segundo más tarde es el impulso de saltar de la cama. No lo hace. Pero sí que baja de ella rápidamente y corre a su escritorio. En él ya hay un folio desnudo y un bolígrafo que debería hacer las veces de aguja de coser. Antes cosía vestidos preciosos para los folios. Se sienta e intenta recordar. Lo tiene todo en su cabeza. El encuentro, la conversación, las primeras miradas tímidas, lo que siente cuando ella le toca la mano por primera vez, en un descuido, cogiendo una taza de café que él sostiene. Escribe:

“Ella se llamaba…”

Intenta recordar. Lo tiene todo ahí. Pero cuando exhala el aire se desvanece. Ya no recuerda nada. Hace tres años que no publica una novela. Su editor empieza a cansarse. Dice que no puede vivir eternamente de los derechos que generan las dos películas que han hecho sobre sus obras. Ni con lo que gana de las ventas de las viejas. Eso seguro. Tiene vicios caros. Necesita escribir algo. Decide describir su dolor pero cuando se concentra en él también desaparece. Y no siente nada. Sólo vacío. Intenta llorar. Es lo que debería hacer en una situación así. Pero no puede. No siente dolor que describir. No siente nada. Sólo está cansado. Tiene ganas de volver a la cama. Lleva tres años sin sentir nada excepto cansancio. Va al baño y orina. Mira al espejo pero no se ve reflejado en él. Y no hay nada en su pecho. No siente nada. Sólo vacío. “¿Cómo describir el vacío?” piensa mientras se vuelve a sentar al escritorio. El folio en blanco le mira y no tiene respuestas. Él tampoco las tiene. Intenta escribir pero no puede. Se duerme con la cabeza apoyada en el folio. Cuando despierte este tendrá la huella de su frente sudorosa en él. Y nada más.



Se despierta empapado en sudor. Abre los ojos y la luz que entra por la ventana le ciega. Ha soñado algo extraño. Ha soñado que soñaba y despertaba siendo otra persona. Alguien le agarra la mano bajo el edredón. Se gira para mirarla.

-¿Qué ocurre?-masculla ella con media boca, la otra presa de la duermevela y la almohada. Sus grandes ojos marrones están cerrados pero le miran.

-Sólo una pesadilla, duérmete-le dice apretándole la mano suavemente-He soñado que no eras más que un sueño.

Y se gira. Sólo está cansado. Tiene ganas de seguir durmiendo. Sin soñar.

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