En mitad de la oscura sala sus ojos azules casi eléctricos, tan grandes, me parecen faros de coche por un momento. Durante un segundo en sus ojos enmarcados en ese pelo tan negro veo un coche. Un coche que a toda pastilla que se dirige contra una pared dispuesto a estrellarse. Un coche que me abre una puerta cuando saca la lengua y puedo vislumbrar la mitad que me toca.
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