Pollito
está durmiendo la siesta en el sillón. Sobre su cojín está mi jersey gordo y,
aún más, sobre este la manta de mi abuela. Tiene la cara mirando a la puerta
pero los ojos cerrados y una expresión de tranquilidad en el rostro. Su cabeza
es demasiado pequeña para ese cuerpo. La mezcla de colores blanco y negro de su
pelaje es tan perfecta y parece tan hecha a propósito que me transmite a la vez
las contradictorias sensaciones de que es irreal y de que es un regalo. La
gente no observa porque han nacido para pensar en su propia supervivencia. Pero
es tan maravillosa e irreal la vida de cada ser en su propio concepto que
globalmente somos la mentira más bonita jamás contada por la televisión de un
universo que sí existe. ¿Cómo puede la vida adaptarse al medio? ¿Qué impulsa a
las células de los fondos abisales a evolucionar en forma de pez que no
necesita la luz? Miro al Johnny, mi ninfa, y pienso en sus colores. Parecen
diseñados por un ojo ajeno. ¿Cómo puede darse algo forma a si mismo? ¿Cómo
pueden las células haber evolucionado para formar los pulmones, el páncreas, el
sistema circulatorio o la compleja red neuronal de un ser humano si nosotros
apenas somos capaces de comprenderlo? Las matemáticas no explican las
matemáticas. Explican todo lo demás, y pueden descomponerlo en su propio
sistema. Pero las matemáticas no explican su propia existencia. No pueden. ¿Cómo
puede la vida justificar su propia existencia? ¿En qué segundo decidió la vida
existir y para qué? ¿Lo decidió ella? ¿Hubo decisión? Andamos todos por ahí
fuera sin maravillarnos de nuestra propia existencia, decidiendo imponerle
metas al hecho de estar vivos. Como si el simple hecho de estarlo no pareciera
tan de potra que deberíamos
aprovecharlo como niños traviesos que saben que algún día alguien se dará
cuenta de que está sucediendo y le pondrá fin. Vuelvo a mirar a la gata y me
fijo en las manchas de su nariz. Los animales parecen formas de vida simples,
inocentes y felices de su existencia cuando duermen. Y en esos instantes al
mirarla siento la contradictoria certeza de que el mundo es tan simple y
peligroso y malvado, que en este instante de paz y tranquilidad, lo mejor que
puedo hacer para aprovechar que soy uno y estoy vivo es cerrar los ojos
momentáneamente, echar el telón al universo y convertirme en una consciencia
que flota en una realidad que sólo existe para ella. ¿Una consciencia real que
flota en una realidad que no existe sigue siendo real aunque sólo sea para ella
misma o tampoco existe?
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