Hay una
voz en mi espejo diciéndome que soy un mierda. Sé que es la mía y que debería
ser capaz de controlarla pero no puedo parar. Sé que con esta borrachera no
debería haberme mirado al espejo. El monstruo me mira a los ojos y me sonríe
con mi propia cara.
-¿Y si
tú eres el alter ego?-me dice.
Entonces
cierro los ojos y fantaseo con la misma escena. Pero esta vez el yo del espejo
está muy serio y yo me río. Me saco una daga azteca de mi bolsillo y me la
acerco al pecho. Aprieto bien fuerte contra la carne, hasta que sangra, pero no
demasiado profundo. No quiero tocar músculo. Sigo riendo. El otro aprieta los
puños y empieza a resoplar, mordiéndose la lengua inconscientemente. Yo le miro
fijamente a los ojos y dejo de reír. Esbozo una amplia sonrisa. Empiezo a
rajarme. Me tatúo con el cuchillo. Sigo sonriendo y mirándole durante todo el
proceso, aunque de vez en cuando crispe el rostro por el dolor. Cuando termino
y retiro el cuchillo en mi pecho ensangrentado se lee “Como mis alas y me
domino”. Abro los ojos en el mundo real. Al otro lado del espejo sólo estoy yo.
Sé que nunca ha estado otra persona. Pero a veces fantasear me basta. Me doy la
vuelta y me voy riéndome.
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