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10 dic 2015

Votar a la derecha no te hará rico




Te hablo a ti porque estoy harto de verte en el pueblo. Con esos andares absurdos, con las piernas demasiado abiertas, como si tuvieses las gónadas del tamaño de una pelota de baloncesto, llegando al bar a dar un golpe en la barra y pedir un orujito soltando la primera al ver que en la tele dicen que hay una nueva víctima de la violencia de género: “Algo habría hecho”. O quizás esa tan buena de: “También hay mujeres que maltratan a sus maridos y eso no lo cuentan”: Un aplauso para ti, por campeón.

Te hablo para contarte que eres tan gilipollas que ni lo sabes. Aún no te has dado cuenta de que hay que ser imbécil profundo para levantarte a las 7 de la mañana 25 años de tu vida (con ese bigote asqueroso que me llevas, para colmo) para prepararte a ir a la fábrica en la que llevas metiendo limones en cajas esos mismos 25 años y votar a la derecha. Eres tan profundamente gilipollas que en tu bendita inconsciencia no eres capaz ni de imaginarte hasta qué punto. Pues yo te lo cuento, si quieres. Eres tan tonto que te compraste un puto Mercedes y una casa en la playa cobrando 1.800 euros al mes y te crees mejor que los ecuatorianos que tuvieron los cojones de emigrar a la otra puta punta del mundo para cobrar lo mismo que tú. Oh, sí, tú eres tan tonto que ni lo sospechas, pero cobras lo mismo que ellos.

Eres ese ser que pronuncia tan altivo que “robar van a robar todos” porque eres consciente de la naturaleza humana. No es para menos, viviendo en tu pellejo toda la vida. Eres ese pavo que tiene a su hija de 20 años de camarera los fines de semana en la Nueva Condomina para pagarse la carrera porque no le dan beca, pero aún así discutes con ella en la sobremesa cuando, viendo el telediario, te recuerda que eres tan profundamente idiota que vas a volver a votar al Pepé. Porque tú y tus 1.800 euros al mes no sois obreros, sois clase media. Clase media que financia a plazos hasta el portátil del crío, pero clase media. Clase media con la suegra viviendo en casa porque ni de coña hay pasta para contratar a una asistente, pero clase media.

Eres tan tonto que te crees más o menos al mismo nivel que tu jefe, el que a las 12 de la mañana echa el pestillo al despacho y café en mano se prepara para la paja de media mañana y sólo toca los limones para partirlos por la mitad con el cuchillo. De hecho, eres tan tonto que le admiras más de lo que le envidias y charlas con él en el ascensor y acuerdas que sí, que claro, que “todos tenemos que apretarnos el cinturón para salir de esta”.

En realidad te escribo todo esto porque, por desgracia, la esperanza siempre es más grande en el pecho de aquellos que tienen la cabeza vacía y aún no has comprendido una cosa:

Votar a la derecha no te hará rico.

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